Time is universal. It is not necessary to travel to every corner of the world to understand this concept – we all know this. Although time passes uniformly in every country, the relationship each person holds with time changes drastically when we cross a border.
During my five months in Ecuador, my perspective on time has evolved, and each day it changes more. Before my first steps in the southern hemisphere, I had plenty of expectations before my first steps in the southern hemisphere. I have’ve been dreaming about Ecuador since I was nine; I had plenty of expectations and I thought I was well equipped for this experience. I read countless books about the country, watched dozens of documentaries and studied the government and social norms. In a some ways, I thought I already knew what I was going to experience. Of course, my expectations hardly compared to met the reality; this country has much to offer to those who wander into its land. From the classrooms to the Andean cliffs, it is difficult it’s impossible to tally the lessons Ecuador has taught me.
What has surprised me the most during my time here, is what I have learned about time itself. The people I have lived with over the past five months have not only taught me about the Eecuadorian relationship with time, but also about the relationship the people of my country have with time. This lesson was my anagnorisis, and living within this culture, so different from my own, will alter my personal relationship with time, no matter where my travels take me.
Time, quite literally, is simple. There are sixty seconds in each minute. Sixty minutes later, you have one hour. Each time twenty-four hours pass, the day changes. When you think about time in this way, everything is clear;, it’s uniform. We learned this in kindergarten.
My anagnorisis occurred the second (pun-intended) I realized minutes are valued differently in both countries. In the United States, we say “every second counts.” The difference between a meeting that starts at 2:45 pm and a meeting that starts at 2:50 pm is huge. It is disrespectful to be late for anything, whether it isit doesn’t matter if in a class at the university or a movie at the theater.
In Ecuador, minutes aren’t nearly as important as hours. It took me less than a week to realize that when the schedule says class starts at 8:30, this means you should be ready to go at 8:45. When an Ecuadorian says that the hike will last about 50fifty minutes, well, I still don’t know what this means. The hike may take thirty minutes, or one hour,… or three. I’ve walked all three scenarios.
Here, in Ecuador, these missing minutes seem dispensable when you’re looking at the larger picture – they just aren’t that important. Here, what matters are the hours. When the family has a meeting, no one is upset when Tia Maria arrives five minutes late. What matters are the hours the family shares.
The “sobremesas,” (a spanish word that literally translates to “table tops,” but actually refers to the in-depth post-meal conversations that meander from politics to poultry) in Ecuador are amazing. I love to sit and listen to the conversations that my host family has after our tea every night, the conversations that often last for hours. During these hours, you can almost see a physical bond being tightened like a spider web across the table, the family web that pulls everyone closet to one another.
When I first arrived, I thought it was important to sit down at the table immediately when my host mom told me it was time to eat. Now, I have learned that, if I want to show the respect and gratitude that I have for my family, it is more important to stay for the conversations after the meal is in our stomachs. It’s not the minutes, it’s the hours.
A week ago, on a five-day backpacking equirsion in Quilotoa, a crater lake in the heart of the Andes mountains. When we first saw the trail’s directions, we were scared, and to be honest, we were a little angry. The map said things like “you should walk thirty or forty-five minutes, and then turn left.” This could mean anything! What I learned during those days, however, is it really doesn’t matter how many minutes you have to hike before taking that turn. What matters is the time we spend together, disconnected from the world’s chaos, simply talking and, more importantly, listening.
I don’t mean to say there are no positive traits in the mindset “every minute matters.” (Or that there is no need for detailed maps.) I just want to share that I can now see the value hidden among the hours that do not simply cannot exist in the minutes.
I once inattended a philosophy class,. The professor spoke for hours about abstract concepts like: what is the meaning of an idea and, what is the relationship between love and fear., etc. He told us time is a social concept, that it doesn’t exist without people who think it exists. As I sat in that class, I had no comprehension of what my teacher meant. Now, more than three years after that lecture, I may be starting to understand.
It only took more than 4,000 miles and 163 nights in the Southern Hemisphere to start this process of understandinge understanding process.
Time has to do less with the measurements: seconds, minutes, hours and more with the relationships we form within those measures.
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El tiempo es universal. No es necesario viajar a cada rincón del mundo para entender este concepto – todo el mundo sabe esto. Pero, aunque el tiempo pasa al mismo momento en cada país, la relación que cada persona tiene con este cambia mucho cuando alguien cruza una frontera.
Durante mis cinco meses en Ecuador, mi perspectiva del tiempo evolucionó, y cada día cambia más. Antes de mis primeros pasos en el hemisferio sur, tenía muchas expectativas. Como he sonado sobre Ecuador desde que tenía nueve años, pienso que me he preparado muchísimo. Había leído un sin fín de libros sobre el país, mirado muchos documentales y estudiado el gobierno y las normas sociales. Entonces, pensé que ya sabía lo que iba a experimentar. Claro que estos pensamientos eran completamente equivocados, nadie puede predecir todo lo que este país tiene para enseñar a sus estudiantes internacionales.
No es posible contar todas las lecciones que he aprendido aquí. Pero, lo que más me ha sorprendido, es todo lo que he aprendí sobre el tiempo.
He aprendido sobre la relación que los ecuatorianos tienen con el tiempo, pero la lección más inesperada es que aprendí mucho sobre la relación que la gente de mi país, los Estados Unidos, tiene con el tiempo. Esta lección era mi anagnórisis, y ya puedo ver que vivir entre esta cultura completamente diferente de la mía va a cambiar mi relación personal con el tiempo en cualquier parte del mundo.
El tiempo, literalmente, es simple. Hay sesenta segundos en cada minuto. Sesenta minutos después, ya tienes una hora. Cada vez que veinticuatro horas pasen, el día cambia. Cuando piensas sobre el tiempo en esta manera, todo es claro, es uniforme. Un niño de kindergarten ya sabe todo esto.
Mi anagnórisis es cuando me di cuenta de que los minutos son valorado de diferente manera en los dos países. En los Estados Unidos, tenemos un dicho “every second matters,” o cada segundo importa. a diferencia entre una reunión que empieza a los 14:45 y una reunión que empieza a los 14:50 es enorme. Es irrespetuoso llegar tarde a cualquier cosa, no importa si en una clase en la universidad o una película en el cine.
En Ecuador, los minutos no son tan importantes como las horas. No demoré más de una semana para entender que cuando el horario dice que una clase empieza a los 8:30, esto significa que debes estar lista para empezar a las 8:45. Cuando un ecuatoriano dice que un camino va a durar unos cincuenta minutos, pues en realidad todavía no sé qué significa esto. El camino puede demorar treinta minutos, o una hora, o tres horas. Los he recorrido todos.
Aquí, en Ecuador, estos minutitos desaparecidos no son tan importante en el panorama general. Lo que es más importante son las horas. Cuando la familia tiene una reunión, a nadie le molesta cuando Tía María llegó unos cinco minutos tarde. Lo que importa son las horas que la familia comparte.
Las sobremesas en Ecuador son impresionantes. A mí me encanta sentarme y escuchar las conversaciones que mi familia anfitriona tiene después de nuestro té cada noche, las conversaciones que muchas veces demoran horas. Se puede ver, en estas horas compartiendo juntos, las relaciones fuertes que constantemente afianzándose. Cuando llegué aquí, pensé que era importante sentarme en la mesa inmediatamente cuando mi mamá me dijo que era hora de comer. Ahora, he aprendido que, si quiero demostrar el respeto y agradecimiento que tengo por mi familia, es más importante quedarme por las conversaciones después de la comida. No son los minutos, son las horas.
Hace una semana, fui a caminar por cinco días en el Quilotoa. Cuando recibimos las indicaciones para el camino, tuvimos miedo. El papel dijo cosas como “debes caminar treinta o cuarenta y cinco minutos, y después girar a la izquierda.” Esto podría significar cualquier cosa. Pero, lo que aprendí durante nuestra caminata, es que realmente no importa exactamente cuantos minutos debes caminar antes de girar. Lo que importa es el tiempo que gastamos juntos, en la naturaleza, conversando y escuchando. No quiero decir que no hay aspectos positivos en el pensamiento que cada minuto importa, solo quiero decir que he aprendido el valor escondido entre las horas que no existe en los minutos.
Una vez, asistí a una clase de filosofía. El profesor habló por horas sobre conceptos abstractos: cuál es el significado de una idea, cuál es la relación entre el amor y el miedo, etc. Todavía recuerdo que hablamos un poco sobre el tiempo. Nos dijo que el tiempo es un concepto social, y que realmente el tiempo no existe sin las personas que piensan que existe. Cuando estaba sentada en esta clase, no entendí para nada lo que mi profesor quiso decir. Ahora, más de tres años después de esta conferencia, estoy empezando de entenderle.
Solo tomó más de 4,000 millas y 163 noches en el Hemisferio Sur para comenzar el proceso de comprensión. El tiempo tiene que ver menos con las medidas: segundos, minutos, horas y más con la relación que tenemos con estas medidas.